SEPULTURA DEL NIÑO MARIANO SÁNCHEZ MUÑOZ GONZÁLEZ
Esta vez dejaremos a un lado los enterramientos de los adultos y hablaremos de un enterramiento infantil.
Hasta más o menos el siglo XVIII los enterramientos infantiles no solían ser muy importantes, ni para las familias, ni para la iglesia, ya que el concepto de familia que tenemos hoy en día se empezó a crear en el siglo XIX.
Desde muy pequeños los niños, tanto ricos como pobres, abandonaban pronto el hogar familiar para recibir formación en talleres, los pobres, o en otras casas de familiares o amigos. Durante su vida en el hogar familiar, compartían habitación con padres y hermanos, sin ningún tipo de intimidad; no había tiempo para pensar en ellos. Lo mismo acurre con el enterramiento. Casi siempre acaban en la fosa común ya que su entierro era un gran gasto para las familias pobres y, además, la iglesia no ayudaba en este tema, ya que las almas de los niños no bautizados no iban al cielo sino que iban directamente al Limbo, un lugar indefinido donde esperarían hasta el fin del mundo. Al no estar bautizados no deberían estar en suelo sagrado. Una vez eran bautizados y, hasta los siete años, en que la iglesia establecía que ya tenían "uso de razón", los niños no cometían pecados.
En el siglo XIX cambia la idea de familia ya como un todo, eso quiere decir que todos son importantes. En esa época el niño se convertirá en un tesoro muy preciado, en parte porque la mortalidad infantil es muy acusada. Las principales causas de muerte infantil son por enfermedades que directamente determinan la muerte: falta de higiene, falta de cuidados, mala lactancia, destete mal dirigido y deficiente asistencia médica, vivienda insalubre, ilegitimidad, pobreza...
Este cambio también se produce en los enterramientos y en el lugar donde se encuentran, los cementerios. En esta época, imitando a la realeza, se intenta recordar al ser querido en los enterramientos, por lo que surge un culto a las tumbas, de ahí que los cementerios se llenaran de representaciones artísticas.
En el caso de los menores muchas veces tendrán un apartado en el propio cementerio donde estarán casi todos enterrados en su propio espacio; otras veces compartirán enterramiento con sus familiares o estarán incluidos en los panteones familiares.
Hablemos de la lápida del niño Mariano Sánchez-Muñoz y González que habría sido Barón de Escriche de no haber fallecido tan tempranamente.

Originariamente no debía ser la lápida de un nicho ya que su forma es ovalada y se parece a las placas que acompañaban las cruces de hierro que se colocaban en el suelo. La placa es blanca y las letras negras. Su único distintivo es una cruz latina, y lo que más llama la atención es el tamaño de la letra con que nos informa de que es un "niño".
Como nos indica la lápida, nació el cuatro de abril de 1865, y el 23 de junio de 1867 murió, con dos añitos de edad, seguramente en su casa de Teruel, en la Plaza de San Juan. Hasta esas fechas los difuntos de la familia Sánchez-Muñoz eran enterrados en la iglesia de San Andrés y, anteriormente, en el claustro de la Catedral de Santa María de Mediavilla, pero las nuevas leyes, a causa de las continuas pestes que azotaban el país, restringieron los entierros en las iglesias únicamente a algunos miembros del clero.
Sus padres fueron Mariano Sánchez Muñoz y Chlussowietz, y Leonarda González de Gregorio Tamayo. Los nobles tienen apellidos largos y el del pequeño Mariano no lo era menos, aunque no todo se incluyera en la lápida: Sánchez-Muñoz y González de Gregorio, Chlussowietz y Tamayo
El padre del niño difunto, Don Mariano Sánchez Muñoz y Chlussowietz Amat y Colón de Larreátegui, quinto Barón de Escriche, nació en Teruel en 1840, hijo de Mariano Sánchez-Muñoz y Amat de Mauléon Rivera y Therán, y de María de los Dolores de Chlussowietz y Colón de Larreátegui. Fue un intelectual, periodista, escritor y político. Fundó en 1870, con Calixto Ariño, el Diario de Avisos de Zaragoza y además fue su primer director. Como político fue Comisario regio de la Comunión Tradicionalista, que era uno de los nombres del movimiento carlista, en la provincia de Teruel en 1869, el año en que se fundó el partido, fue igualmente miembro del Consejo de Carlos de Borbón y Austria-Este, pretendiente al trono español bajo el nombre de Carlos VII, y como escritor publicó Apuntes críticos y biográficos acerca de los hombres célebres de la provincia de Teruel, publicada por la imprenta de la casa de Beneficencia en 1881. Y gracias a esta obra obtuvo el primer premio en el certamen convocado por el Círculo de Instrucción y Recreo de Teruel La Tertulia, fallado el 20 de julio de 1879. Murió en Zaragoza en 1885.
